La cuestión no es el derecho a decidir: la libertad; sino el derecho a repartir: que los obreros sigan produciendo excedente cambiable, es decir evitar que se pongan a vivir filosóficamente. Creemos que es precisamente una consecuencia de la libertad el poder parar un poco, pero también podríamos considerar el parar un poco como el primer requisito de la libertad, sin excedente cambiable hay menos plusvalía, es poco más difícil decidir por nosotros. Con el derecho a la pereza se ejerce también el derecho a decidir. Bartleby el escribiente, I would prefer not to, preferiría no hacerlo. Salida hacia Ítaca.
Predicar la austeridad a los pobres es una burla sangrienta, predicar a la pequeña burguesía que deje de hacerle la pelota a la grande trabajando y consumiendo tanto como puede es pedir a la clase media que no sea tonta, que se defienda. ¿Y si el secreto industrial de la “sociedad” actual consistiera en la actualización permanente de fantasías de penuria para la “amplia clase media”? ¿Y si la represión decisiva de nuestra época se refiriera en verdad al propio bienestar, eso que se supone que debe garantizar el Estado?
El capitalismo no puede reproducirse por sí mismo. Necesita del Estado haciendo primero de alcahueta y después de mamporrero, para poder mantener su ciclo social de reproducción. Cuando la clase media consumista empieza a no hacer los deberes se convierte en un lujo que el capitalismo ya no puede permitirse. Cuando esta clase media rehusa la caridad a nivel personal y nos recuerda que es el Estado quién tiene que ocuparse de los miserables, está pensando en ella misma.
Ser bueno conforme al criterio popular es bastante fácil. Simplemente se requiere una cierta dosis de pavor sórdido, cierta ausencia de reflexión imaginativa y una cierta pasión rastrera por la respetabilidad de la clase media. Hay muchos hombres buenos, hombres de orden que quisieran que los obreros fueran capaces de controlarse, hombres de la revolución que pretenden que sean conscientes de sus derechos, hombres del progreso que quisieran que se pusieran a acabar con los fosos que separan las clases sociales, e incluso hombres de la industria que quisieran que aprendieran a trabajar mejor para producir mejor, para ser más competitivos en el mercado internacional. ¿Quién custodiará a estos custodios? Los custodios mismos.
Ayer nos desayunamos con lo malos que son los moros, esta mañana con lo malos que son los rusos. Vuelve el antagonismo, vuelve el americano a contarnos que el acercarse a Rusia o a los árabes se paga. Volvemos al espectáculo para seguir olvidando donde está el frente. Las luchas por la religión, la lengua, la raza o el género no son lo mismo que la lucha de clases. Las primeras esperan llegar a una coexistencia pacífica de gente que habla otra lengua, tiene otro Dios, otra moral, otra etnia, otro sexo. La lucha de clases exagera el antagonismo. No pretende convertir los antagonismos en diferencias sino las diferencias en antagonismos. Las diferencias no son entre Europa y América, sino entre Europa y Rusia o Musulmania. Así que los antagonismos también.
La colaboración de clases que llevó a los obreros europeos de los comienzos del siglo pasado a una guerra caliente según fronteras estatales, les ha ganado después de 1945 para una guerra sorda contra la madre tierra, los parias de piel oscura y los seres humanos del futuro. Con la globalización no han cambiado las cosas. Se está empezando a hacer demasiado tarde para que el freno de la revolución pueda parar el maldito track-track de los derroches de sufrimiento, mal gobierno y peor administración de cada día.
En 1927, cuando la lucha de clases y el nacionalismo estaban alcanzando su apogeo en Europa, Benda denunció a los intelectuales porque traicionaron su compromiso con la verdad desinteresada para sucumbir a las pasiones del nacionalismo. La traición de los intelectuales contemporáneos es distinta. Abandonan todo compromiso con su nación y sus conciudadanos, y abundan en la superioridad moral de identificarse con la humanidad en su conjunto. Hablan de lo malos que son los rusos o los musulmanes. ¿Y lo de la lucha de clases? Eso se sale de marco, se sale de muestreo. No sé por qué vienes ahora con esas.