“¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?”; Jesús de Nazaret.
Hay algunos que se han empeñado en ser los más ricos del cementerio. Los más bellos panteones del mundo, solo albergan en su interior la podredumbre.
Si fuéramos capaces de entender que somos tres cubos de agua y poco más, quizá no lucháramos tan denonadamente por las cosas materiales. Lo que de verdad queda detrás de la vida de todo ser humano, son sus obras.
Lo primero que hacemos al llegar a este mundo, es llorar. Y muchísimas personas, se pasan su vida llorando. Porque la vida para muchísimas personas, es muy amarga. Y lo peor de todo, es la resignación. Si lo único que puedes perder es la vida y esta es miserable, lucha para cambiar las cosas. Como dijera Emiliano Zapata Salazar: “Más vale morir de pie que vivir una vida entera de rodillas”.
Los que no tememos a la muerte, vamos más ligeros de equipaje; no vivimos agobiados por este suceso que es lo único que tenemos seguro cuando nacemos. Se dice del héroe que es capaz de vencer al miedo, miedo, tenemos todos. ¡He sido tantas veces cobarde!
Creo que a lo único que no tengo miedo, es a la muerte.
Muchas veces, nuestra aparente serenidad; es miedo contenido. Somos esclavos de nuestros miedos. Y también en muchas ocasiones, cuando atacamos, es una huida hacia adelante. Huida.
El hombre, es un mamífero social.
Sin embargo, a través de múltiples medios de alienación, nos han convertido en individualistas. El lobo es tan efectivo en la caza porque ataca en manada. En el fuero interno de cada individuo humano, sabe a ciencia cierta que su poder está en la unidad con otros; pero prefiere seguir el camino en solitario. Son muchos los que piensan que caminando solos van a encontrar la cueva del tesoro y seráúnicamente para él. Claro que, tesoro, es algo ambiguo. Depende de lo que cada cual entienda por tesoro. La piedra filosofal. Me gustaría poseer tantos conocimientos que pudiera mantener una discusión con los doctores del templo; ese sería mi tesoro. Cuantos más conocimientos adquiero, más me doy cuenta de lo poco que sé.
Somos parte del todo. Cuando morimos y nuestro cuerpo se descompone, seguimos siendo parte de todo; la materia ni se crea ni se destruye, solamente se transforma. Somos materia que pasa de orgánica a inorgánica. Lo que muchos llaman alma; solo es energía. Cuando nos quedamos sin energía, el cuerpo queda inerte. Lo malo de esto, es que hay muchísimos humanos que aun teniendo energía, permanecen inertes; vegetativos.
Como decía Jorge Manrique, la muerte nos iguala a todos.
Cuando caminamos por calles y plazas, solemos ver estatuas que nos recuerdan a personas que fueron algo en su tiempo. Bondad y maldad representada en estatuas. También la bondad y la maldad son ambiguas es sí mismas. Lo que para una persona puede ser bueno, para otra es malo. En un mismo individuo se dan la bondad y la maldad a un tiempo; los orientales lo representan con el Yin y el Yang. Vayamos al paradigma del martillo: Si utilizamos el martillo para lo que fue concebido, para poner un clavo, el martillo es bueno; si utilizamos el martillo para romperle la cabeza al vecino, el martillo, es malo. Según nos decía Jean-Jacques Rousseau, el hombre nace bueno por naturaleza; y añadía: “Dadme un niño recién nacido y una isla desierta y haré de él lo que queráis”. Quizá vivimos en sociedades malignas. La bondad, es rara avis. Vicente Ferrer, es una paradoja de nuestro tiempo.
Cuando muera, no quisiera que nadie llorara por mi. Se habrá completado mi ciclo.