Sentado sobre un poyete de piedra, evocó aquel fallido intento de caricia en el preciso instante en el que ésta surcaba el aire. Como un boomerang, el eco le devolvió su tristeza. Los espejos trajeron el sol y la piedra, neutral hasta entonces, se hizo arena. Sentado sobre un poyete de piedra buscó una sombra, y no la encontró.
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