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NO ME DEFRAUDES, CAYO (CARTA ABIERTA A CAYO LARA)

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Estimado sr. Lara:

Vaya por delante que usted me cae mal, bastante mal. Me sonrojé de pura vergüenza ajena al verle en la lamentable manifestación celebrando los 50 años del régimen castrista. Sí, ya sabe, esa dictadura militar convertida en monarquía en el momento en que al jefe de Estado le sustituyó su hermano; ese régimen represivo que encarcela a políticos, escritores, periodistas y un largo etcétera formado por cualquiera que se atreva a oponérsele. Lo que no entiendo es cómo se atrevió a mirar a la cara a algunos de los exiliados con los que se encontró, ya sabe, Cuba es un país del que no se puede salir, y el que sale, no puede volver a entrar. Vergüenza me dio, insisto. Ajena, claro, pero vergüenza.

También me cae mal por lo que es, me explico. Esta antipatía se extiende hacia el PSOE y los sindicatos. Y es que me da una rabia tremenda ver cómo ustedes (usted mismo, Cándido Méndez, Ignacio Fernández Toxo…), que no tienen ni puñetera idea de lo que es trabajar, y muchísimo menos de lo que es hacerlo en una mina o en una fábrica, tienen la poca vergüenza de decir que defienden los derechos de aquellos que sí la tienen. Y muchísima más rabia me da que esta supuesta izquierda, que debería defender la igualdad, está encabezada sin excepción por hombres (varones, quiero decir) de cierta edad por no decir viejos (vamos, que han hecho su carrera dentro de la organización en cuestión), mientras, seguramente, sus esposas se encuentren en casa dedicadas a sus labores, y el resto de mujeres militantes de sus partidos y sindicatos se rompan los cuernos esperando un ascenso siempre reservado (qué casualidad) para un hombre. Y encima, lo que me pone de los nervios de verdad es ver cómo la derecha da ejemplo con realidades (léase Esperanza Aguirre, Rita Barberá, Luisa Fernanda Rudi, Dolores de Cospedal…) sobre aquello que ustedes imponen por ley pero luego evitan en la práctica.

Vamos, que no quiero verle ni en pintura. Y sin embargo, mire usted por dónde, le voy a dar una oportunidad; le voy a dar mi apoyo. Porque si a usted no le soporto, mucho menos soporto que un partido tenga el morro de llevar la “S” de socialista y la “O” de obrero en sus siglas y luego quitar el impuesto de patrimonio, bajar el IRPF a las rentas más altas, comprar el voto por 400 euros (¡a todo aquel que cotice, Botines y Florentinos incluidos!), pagar 2.500 euros a todo aquel que tuviera un hijo sin mirar antes su umbral de renta (es decir, también Botines y Florentinos incluidos), decir que no vas a quitar derechos a los trabajadores para luego enviar al paro a tres millones de personas y penalizar a aquellos que sí tienen trabajo (léase funcionarios) con bajadas de sueldo mientras sigue sin subir impuestos, negar la crisis y por lo tanto no hacer nada para ganar unas elecciones, y, para postre, mientras el país se va a pique, gastarse miles de millones de euros en aeropuertos ineficaces y estaciones y vías de tren absurdas y que no hacen sino encarecer el precio del billete.

Porque estoy harto de que nos roben, nos arruinen y nos tomen por imbéciles para luego venirnos con el miedo de que “viene la derecha”, como si las cuatro letras que le dan nombre al partido ya lo convirtiesen en uno de izquierdas. Porque estoy harto de este sistema bipartidista que sólo nos sirve para ver cómo se suben los sueldos sistemáticamente, se ponen pensiones vitalicias millonarias, dan dinero a los bancos mientras éstos echan a la gente de sus casas, son incapaces de ponerse de acuerdo en la elección de los jueces o en la educación de nuestros hijos, pero pueden cambiar la hasta hace poco sacrosanta Constitución en un abrir y cerrar de ojos y sin consultar a esa población a la que dicen representar. Harto de que quiten y pongan ministerios como si fueran lacasitos en una tarta de cumpleaños, de que aprueben leyes como la de la Memoria Histórica pero luego se rajen para no ofender a según quién (y acaben ofendiendo a todo el mundo), de que vean brotes verdes donde no hay más que gusanos podridos.

Por eso, Cayo (permíteme que a estas alturas te tutee), te voy a votar. Al Congreso, claro, porque al Senado pienso votar en blanco, y espero que lo haga mucha gente, a ver si lo quitan de una puñetera vez y con la misma facilidad con la que han puesto el techo de gasto a las comunidades autónomas. Sé además que no va a servir para nada, porque nuestra nefasta normativa electoral hará que los diputados por Baleares se los lleven los de siempre y mi voto se vaya por el retrete. Pero te voy a votar, porque ya hice voto útil en una ocasión y me arrepiento tanto de eso como de si hubiera atropellado a un niño. Porque creo que el verdadero voto útil será aquél encaminado a no dejar que esos dos partidos de caraduras desvergonzados hagan y deshagan a sus anchas sin importarles un rábano sus conciudadanos, les voten o no.

Así que no me defraudes tú también, Cayo. No me defraude, señor Lara.


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