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Sábado 15 de Octubre de 2011

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ME MARCHO

Cruzaré la puerta y, en alto vuelo,

ignorando los vaivenes del destino,

mis alas no cesarán de batir.

¿Quién no se maravilló alguna vez

al avistar lámparas encendidas

al otro lado del camino y, estremecido,

se apresuró a recorrerlo?

Me marcho para que las horas

no se duerman en la crisálida,

y para surcar, una vez más,

un mar de letras.

Antonia López

Taller: sábados, 16 hs

ME MARCHO

Sobre tacones de aguja

una mujer recoge su ligero equipaje,

ha esperado mil días para tejer su marcha.

Modelada para esposa fiel y madre incomparable

aprendió la lección de disciplina mansa,

en ese desempeño fue perdiendo sus alas,

arrojó sus disfraces de sultana entre focos

su voz se eclipsaba en un filo infinito,

en su entorno todo sonaba a abatimiento.

Cuando ya no pudo alcanzar la leve rama

que sostenía su orgullo,

buscó en el diccionario la palabra rechazo

y de ella fue sacando

las hélices de cólera que le robo la noche,

las alzas que hoy levanta para saltar la hondura

que se llevó sus sueños.

Ana Velasco

Taller: Sábado 16h.

YA ME VOY

En plena sombra,

sobre su silencio inundado,

he paseado con una costumbre,

perdidos sus años huérfanos de ramas.

Delicada como una fuente de jirafas sin oficio,

amante del vendedor de bolsas de nubes enfermas,

soñando siempre con la sequía de estanterías de esquinas antiguas.

Alguacil o aspirante a lo que queda del humo,

helicóptero o personaje submarino que come de puntillas..

Me contó como esta tarde de Enero

todos esperaban que diría una hora después de morir.

Hernán Kozak

Taller de los Sábados a las 17.00

YA ME VOY

“Pero, ahora, mira, son sombras lo que empujas,

¿no has visto que son sombras’

Dámaso Alonso, “El último Caín”

Me figuraba que esto iba a durar mil años.

Los derroteros de la muerte,

la senda oscurísima que tus pies se afanan en seguir,

la profundidad obsequiosa y cruel

con que te persignas ante la fúnebre cohorte

que cruza cada tarde tu puerta entreabierta,

parecían las cuartillas periódicas

de una novelilla por entregas,

en la que el protagonista jamás se parecía a mí.

Qué suerte he tenido, pensaba en silencio,

haber nacido inmortal

mientras tanta gente

empecinadamente sigue muriendo.

Pero he ahí que tú también te empeñas en morir

y poco a poco te vas deshaciendo de tus cosas.

Ahora, entre el vendaval y yo, no queda nada

para enceguecerme de duelo.

Esa luz, esa oscuridad que fulge y se apaga,

ese resplandor que tu sombra me negaba,

es a mí a quien ahora retrata.

Esta novelilla, que con artificios alargaba,

toca a su final clavando sus nudillos en mi puerta.

Viene a seducirme con sus vagas promesas

de inmortalidad y truculentos rezos.

¡Qué falso es todo esto!

Tu necrófago ritual y tus lamentos.

¿Acaso no sabías que por cada verso,

el cielo pagaba un poco menos por tus restos?

¿Qué tu cuerpo poco a poco se quedaba en palabras?

Tantas cosas por decir,

tantas homéricas batallas,

y tú ahí esperando como un muerto,

que la vida nunca acabe para ti.

Ruy Henríquez

14 de octubre de 2011

Arquetipos insinuantes

Con la esperanza perdida,

entre matorrales de vidrio,

sangraban mis párpados

tratando de ahuyentar toda ceguera.

Los cuerpos mutilados

y la piel hecha estrías,

incapaz de volver a su forma original.

En nombre de la libertad

muchas curvas se extinguieron,

pero las alas de una gaviota

elevaron, torpemente, su vuelo

anidando arquetipos insinuantes

en el borde más opaco del sol.

Paloma Benito (17/9/2011)

Taller de Carmen Salamanca (16h)


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