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La soledad del Caballero

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Esta es la copia del post publicado el día 13 de octubre. Trata sobre la desbandada de diputados en Italia y la soledad de Berlusconi.

Silvio se ha quedado solo. Quizá ya lo estaba hacía tiempo. Quizá ya se había convertido en la mofa de todo el mundo, junto con algunos otros dirigentes de vodevil, como Chávez o Gadafi. El problema es que en este vodevil no hay actores. Hay ciudadanos que viven, trabajan, sufren, comen, beben y alguna vez, si se lo pueden permitir, se dan algún pequeño lujo, como ir al cine o comprarse unos zapatos. En estos vodeviles que son los países, se dan situaciones surrealistas, situaciones que le dan el toque cómico a la obra. ¿Qué es de un vodevil sin algo de pimienta sexual? Para eso ya tenemos a Silvio y sus Bunga-girls. Si queremos monólogos de lo más surrealistas y desternillantes podemos escuchar a Hugo Chávez. La trama de intriga y escondites la pone Gadafi, como la puso Saddam o Bin Laden. Castro en el papel del que parecía bueno, pero luego estaba con los malos.
Lo curioso de este vodevil rocambolesco, de escenario esférico y azul, orbitando alrededor del gran foco, es que el reparto es de lo más amplio. Y lo triste es que los actores no son sólo los dirigentes casposos de repúblicas bananeras. También lo son los mandatarios de los países del que, a pecho ancho, llamamos primer mundo. Un señor de la europea Italia organiza orgías con prostitutas menores de edad y altos mandatarios del país. Ese señor es su presidente. Ese señor bromea en televisión sobre el tema. Llama "demasiado rosa" a un gobierno con un alto número de mujeres formándolo.
Otros personajes de la gran obra dan espectáculos de prensa rosa con cantantes de tres al cuarto y se suben a escalones para no parecer bajitos. Merkel ejerce de tirana expoliando a los pueblos de alrededor del castillo. Papandreu es el timadorcillo que anda engañando a todo el mundo. Obama es el superhéroe torpe que atraviesa la ventana para su entrada triunfal y acaba poniendo el culo en el soufflé. Gordon Brown es un señor que pasa por ahí y del que al final el espectador no recuerda el nombre. Un extra. Una corista regordeta que algún día fantaseó con ser estrella principal mientras sonríe una mirada perdida y muestra unos dientes amarillos por el tabaco y manchados de carmín.
En esta tierra de teatro, no podemos ser menos. Nuestros fantoches son de lo más variopinto. Uno que parecía tonto y resultó ser tonto y malo. Incompetente por incapacidad y por intención. Mentiroso y dictatorial. Capaz de cortarles la cabeza a sus pajes si no le dan la razón. Moviendo a los miembros de su partido como el que alinea las fichas en una partida de chapas. Otro de los personajes es, además de inepto, malo para el pueblo. Lo asume y lo anuncia. Sería como el coco, el diablo, el lobo. Un anuncio de que algo malo va a pasar. Algo indeterminado y temible. Un a sucesión de amenazas que él mismo se dedica a promulgar. Una sucesión de promesas vacías sin ningún detalle concreto que las pueda hacer viables. Una vida mejor prometida a base de nada y amenazando de que una vida peor puede llegar si no le vendes su alma. También tenemos a la bruja mala, que fantasea con ocupar el trono algún día y que lanza hechizos contra el personal sanitario de Madrid, contra los catalanes en general y contra cualquiera que le tosa. La bruja tonta, que se dedica a feminizar todas las palabras y a subir el pan con cada una de sus declaraciones. No me extiendo hacia señor conseller del gobierno catalán que disfruta ejecutando violencia y planificando estrategias militares, entrada en helicóptero incluida o la ministra española que nos ha subido los precios de todo para compensar lo de aquel señor que se descarga una película de internet y en cambio permite la venta de top manta en paseos marítimos de pueblos catalanes, con permiso expreso del gobierno. Tampoco faltan en el escenario el que quiere erradicar de la faz de Catalunya a todo aquél que tenga un colorcito diferente de piel o el que roba dinero (presuntamente) de un club de fútbol muy importante que viste de azul y grana y lo utiliza para pagarse la campaña electoral y llegar al ansiado escaño. La corrupción, repartida por toda España, dividida entre los de rojo y los de azul. Ladronzuelos de los que no roban poco. De los que roban muchísimo.
El problema de este vodevil con infinidad de actores es que no es una obra de ficción. El problema es que estos elementos, algunos bananeros y otros bien primermundanos, son los que le dan el perfil político al mundo. Los que toman las decisiones por nosotros. Los que nos administran el dinero, los que nos permiten vivir o nos joden la vida para siempre. El caso es que el vodevil es de verdad y el pueblo está perdiendo la fe en la clase política. Porque no estamos para vodeviles. Porque no podemos permitirnos esos lujos y sólo queremos seriedad, eficiencia y honestidad. Para vodeviles, ya está el Molino.
Muchas gracias

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Charlas con Gustav by Andrés Panadero is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.


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