Pues ya salió el enésimo comunicado de ETA. El equipo de abogados de la defensa recomendó al acusado, o sea, ETA, que declarase que jamás volvería a delinquir, que lo dejaría para siempre. Y esto es lo que nos ha dicho. Pero como se guarda las herramientas con las que se perpetraban los delitos, pues quizás sea bueno albergar un sano escepticismo que, por desgracia, no hemos visto en las reacciones de partidos y actores de la sociedad civil.
Los partidos políticos, encabezados por Zapatero y Rajoy, salieron a felicitarse por el fin del terrorismo y la derrota de ETA. Zapatero, tras tanta malaje, tiene motivos al fin para sacar pecho. Y Rajoy, harto ya de la utilización partidista del terrorismo que venían los suyos practicando y ganador virtual de las elecciones, ha preferido simplemente mirar para otro lado. Se han coordinado para repetir el mensaje de que ETA reconocía su derrota. Falso.
Lo que ETA dice es que cesa la violencia definitivamente y que espera a ver cuánto ofrecen los estados a cambio de las armas y la disolución. Se va a iniciar una puja. Y el termómetro al que se fía ETA es el resultado electoral de los comicios que vienen: generales ahora, autonómicas muy posiblemente adelantadas al próximo año. Supongamos que Bildu crece en votos y se pone a la altura del PNV, muy por delante del PSOE y PP. Pues ya tendríamos un escenario nuevo, donde los nacionalistas podrían legítimamente reclamar un nuevo marco institucional para las Vascongadas, dada la ausencia de violencia. Para amansar a la fiera, no es descartable un acuerdo entre PP, PNV y PSOE para acelerar el fin de la violencia con la liberación de presos y el retorno del gobierno vasco a manos del PNV.
Supongamos por el contrario, que Bildu fracasa el 20-N y no crece tanto como se esperaban. El nuevo gobierno de Rajoy podría simplemente olvidarse de ETA y sus demandas, lo que forzaría a ésta a dar uno de los dos únicos pasos que le quedan: disolución y entrega de armas. Ante esta disyuntiva, no sería nada extraño que los más duros decidiesen seguir con la violencia. Al fin y al cabo, esto es lo que ha ocurrido en Irlanda del Norte, y en Córcega. Violencia de poca intensidad, pero aún violencia.
ETA no va a pedir perdón, no de manera explícita. Pero si conseguimos que se disuelva y entreguen las armas, ¿cabría mayor constatación de que el terrorismo ha sido derrotado y sus seguidores deslegitimados?