¿Quién dijo que la nostalgia es un sentimiento retrógrado que pinta al pasado con colores favorables pero falsos? Seguramente debe haber sido alguno de esos amargados sin recuerdos queridos, sin pasados felices, sin juventud divino tesoro y sin ilusiones que, aunque hayan sido posteriormente frustradas, fueron ilusiones al fin.
Tampoco podemos confundir la nostalgia por el tiempo pasado y la juventud perdida, con esos patéticos intentos de querer parecer de quince a los cuarenta, de treinta a los setenta y de cincuenta a los cien. Esos artificios con colágenos, siliconas y demás yerbas rejuvenecedoras siempre usados pero negados con sus consabidas disculpas “engaña-pichangas” casi inocentes, al final resultan ser completamente inútiles en el medio plazo, pues honestamente, cuando la piel marchita y cae, dejan al descubierto una demolición mucho más cruel que la del tiempo.
Eso sí, saquémonos el sombrero para la esmerada dedicación de algunos irrefutables científicos del orbe, que han quemado sus pestañas y contribuido incuestionablemente para los avances de la ciencia que hicieron posibles muchísimos inventos. Sin embargo, algunos de ellos parecen ser de lo más inútiles: las prendas que hay que comer para quedar desnudo.
No podemos negar que la ropa interior comestible se ha convertido en un clásico de los “sex shops”, pero en este último tiempo ha resurgido con una amplia oferta de sabores, sólo comparable con la que puede ofrecer una heladería; pues en estas tiendas del amor ahora se pueden encontrar prendas que van desde tangas de sandía, hasta culotes de carne vacuna.
Por estar siempre preocupado en querer elucidar algunas cuestiones que resguarden el decoro de los santos hombres seducidos y de las vírgenes prudentes, estas son algunas de las opciones para el consumidor hambriento:
1. De caramelos confitados Las Candy G-String están hechas con los mismos caramelos con los que las chicas enhebraban collares y pulseritas en nuestra infancia, sólo que ahora es más divertido comérselos. Son 330 pastillitas sabor tutti fruti que forman un conjunto de “lencería sexy”, de sólo 60 calorías… ¡Cuidado! Estos candys no son muy recomendables para los amantes diabéticos o viceversa.
2. De carne Pero si tu pareja se inclina por lo salado, ahora podés sorprenderlo deslizándote en unas Brief Jerky: unos culotes hechos de carne de vaca disecada, decorados con diamantes falsos. Se adaptan a distintos talles y se consiguen en la web por el abusivo precio de 139 dólares… Bueno, de clase, nada.
3. De chocolate Ideal para amantes más golosos que fogosos, las “Edible Undies” son unas panties que, con el calor corporal, se hacen más flexibles y liberan un suave sabor a chocolate. Podés comprarlas por 4.99 dólares en la web y así, averiguar con cuántas lamidas le toma tiempo a tu pareja deshacerse de esta dulce lencería.
4. De piña colada Para ellos también hay. Edible Undies sacó a la venta unos calzoncillos con sabor a piña colada que sostienen lo que hay que sostener, no importa el tamaño del susodicho. Vienen en un solo talle y, por obvias razones, no se aceptan devoluciones. Se consiguen desde 5 dólares en la web… El problema en sí, es si a tu pareja le gusta chupar de la pajita.
5. De frutilla Las “Edible Crotchless Gummy Panties” son unas pequeñas bombachas de colores comestibles. Aunque en el paquete aseguran que tienen gusto a frutilla, quienes las probaron dicen que su sabor está lejos del fruto colorado… Bueno, a lo mejor la mordieron del lado posterior, parte que tiene un sabor a mi…tierra querida. Otro detalle delator: dejan los dientes rojos a quienes las hayan comido… Puede haber en ello otras razones poderosas, biológicas, por así decir, ya que según el dicho vulgo-popular, ella podría estar con su periodo o regla…
En definitiva, siendo todo esto un acto delicadísimo, puede no ser fácil adaptarse a su uso en esta vida, porque entre lo que vivo y la vida, entre quien estoy y soy, la vida, cualquier vida, establece una inercia que le es intrínseca, incomprensible para quien desde afuera, críticamente, observará según leyes suyas, a su vez inaccesibles al entendimiento del observado.
En fin, contentémonos con lo poco que fuimos capaces de comprender de la vida de los otros, ellos nos lo agradecerán y quizás nos lo retribuyan algún día… ¿No le parece mejor?